¿Alguien puede verdaderamente amar su trabajo? ¿Tanto como para sentir que no trabaja? Hace más de treinta años empecé mi vida laboral y aunque he disfrutado del trabajo, también ha sido una carga.
Sarah Jaffe, escritora y periodista estadounidense afirma:
Desde que era niña, siempre escuchaba lo mismo: «¿Qué quieres hacer? ¿Cuál es el trabajo de tus sueños? ¿Qué es lo que amas hacer?». Me decían que si encontraba algo que amara, no tendría que trabajar ni un día de mi vida. Pero todo eso resultó ser una gran mentira. Durante la mayor parte de mi vida, creí en esa idea y trabajé muy duro. Me esforcé hasta conseguir uno de esos «trabajos soñados»… pero seguía sin tener suficiente dinero y, para colmo, aún tenía que pagar a colaboradores. El trato de la gente no era el mejor, y mi día a día consistía en hablar con otras personas sobre sus trabajos y sus luchas. Escuchaba historias de personas que, como yo, amaban lo que hacían, pero se sentían atrapadas: «Trabajo 80 horas a la semana», o «mi jefe me acosa», o «amo mi trabajo, pero no puedo pagar el alquiler». Al final, empecé a cuestionarme si nos enseñan a amar nuestro trabajo como un tipo de anestesia, como si ese amor al trabajo debiera ser suficiente, un sustituto de algo más profundo y esencial que nos falta.
Trabajamos para comer, no hay de otra. Entonces, ¿esa idea romática de “ama tu trabajo” es una trampa de los empleadores para hacerte trabajar más? La misma Sarah afirma:
En realidad, a veces amar tu trabajo puede ser una experiencia realmente miserable. Y esta idea de que el trabajo no es realmente «trabajo» trae consigo la justificación para pagarte menos, para no compensarte las horas extra si te quedas hasta tarde. Todo esto sucede cuando existe una narrativa sobre el trabajo que no refleja lo que realmente es. Si el trabajo no es realmente «trabajo», entonces no necesitas un sindicato. Los sindicatos no son para personas que «aman su trabajo». Esta idea beneficia al empleador: esa historia puede ayudarnos a sobrellevar el día, pero no mejora nuestras vidas.